Jaime Castillo Ojeda

Amante de las dos ruedas

El rugido del motor es música para mis oídos. Cada vez que giro la llave de encendido de mi Vulcan escucho el ronroneo profundo de mi motocicleta, siento cómo la emoción se enciende en mi pecho. Para algunos, una motocicleta es solo un vehículo; para mí, es una llave que abre las puertas de la libertad.

No hay nada que se compare con sentir el viento en el rostro, el cabello alborotado y la carretera extendiéndose como una promesa infinita. Soy parte del club de motos 'Rockers', una hermandad de almas libres que compartimos más que una afición: compartimos una forma de vivir.

Nos encanta rodar juntos, la carretera transformándose en una alfombra de posibilidades. Motos clásicas con su estilo retro, cada una con su propia historia y personalidad, se alinean como soldados listos para conquistar el asfalto. Los acordes del rock resuenan en nuestras mentes, alimentando nuestro espíritu rebelde y recordándonos que estamos aquí para disfrutar cada segundo.

Cada salida es una aventura. No importa si es una ruta larga que nos lleva a descubrir paisajes sorprendentes o una escapada corta para simplemente reírnos, contar anécdotas y sentirnos vivos. Las historias que acumulamos, las curvas que conquistamos y las amistades que fortalecemos son el verdadero motor que nos impulsa.

Mi vida sobre dos ruedas es un viaje sin fin, una mezcla perfecta de adrenalina, libertad y amistad. Y mientras el motor siga rugiendo, mi espíritu seguirá volando.