My Blog
un día sobre dos ruedas… Gentlemen Ride.
Monday 19th May 2025Ayer fue uno de esos días que se te quedan grabados. Motos, buena gente, estilo, elegancia… auténticos Gentlemen sobre dos ruedas. Amistades de siempre, caras nuevas, risas, conversaciones de las que solo se tienen entre quienes comparten una misma pasión. El sol acompañaba, el cielo despejado… perfecto para salir a rodar.
Nos reunimos en el Port Olímpic, justo frente a las Torres Mapfre. El ambiente era una mezcla de nervios y emoción. Cafés en mano, charlas mientras mirábamos las motos —cada una con su personalidad, cada una contando una historia—. Intercambios de opiniones, anécdotas, consejos… esa camaradería motera que no se puede explicar, solo se vive.
La ruta no fue larga, pero sí intensa y multitudinaria. La carretera era nuestra, parecía que nos abría paso, como si también ella quisiera ser parte del día. Disfrutamos cada kilómetro con ese placer que solo se entiende desde el manillar. El destino: Castelldefels, al Route Bar. Al llegar, motos alineadas, fotos, más charlas, abrazos, risas. Un ambiente inmejorable.
Y como si el día necesitara un último toque para ser completo, a la vuelta me quedé sin embrague en plena autovía. La moto fue perdiendo fuerza hasta que me vi parado en el arcén, a unos 2 kilómetros de la salida más cercana. Pero ahí está el verdadero espíritu motero: no pasaron ni dos minutos y ya se había parado un compañero, un desconocido con una Norton preciosa y el corazón más grande que el depósito. Sin dudarlo, me remolcó hasta una zona segura donde pude llamar a la grúa tranquilo.
Son esos detalles, esos gestos, lo que hacen grande a esta comunidad. Ayer fue uno de esos días que lo tuvo todo: ruta, amistad, pasión, estilo… y sobre todo, solidaridad. Me fui a dormir con el alma llena. Y la moto… bueno, esa ya se arreglará.
Más Allá del Asfalto
Saturday 17th May 2025Subirse a una moto no es solo moverse de un punto a otro. Es mucho más que eso. Rodar es lanzarse a lo desconocido con el viento como aliado y el rugido del motor como única certeza. Cada kilómetro es una conversación con uno mismo y con el mundo. Y en ese viaje, lo que realmente importa no es el destino, sino todo lo que ocurre en el camino.
Te cruzas con gente que no esperabas, algunas te ofrecen una sonrisa, otras un café caliente en una gasolinera perdida. Hay quienes te preguntan de dónde vienes, otros adivinan a dónde vas. Y aunque sean encuentros fugaces, dejan huella. Porque los que rodamos compartimos un lenguaje sin palabras: el saludo con dos dedos, la mirada cómplice al parar en un semáforo, la ayuda cuando la moto falla y no hay taller cerca.
El espíritu del motorista es eso: comunidad, respeto, pero sobre todo libertad. No la libertad fácil, sino la que cuesta: la que se gana con frío en los huesos, con lluvia en la visera, con curvas que se estrechan y paisajes que se abren. La libertad de elegir tu propio camino, aunque sea el más largo. De detenerte cuando quieras, de acelerar cuando lo sientes.
Rodar te enseña que no necesitas mucho para sentirte vivo. Basta una buena ruta, el sonido del motor, y esa sensación en el pecho que no se puede explicar, solo vivir. Por eso seguimos saliendo, una y otra vez. Porque allá afuera, la carretera siempre tiene algo nuevo que contarnos.
Y tú, ¿cuándo fue la última vez que rodaste sin pensar en la hora de llegada?
— jordigop





